Cuando
Carlos A. Madrazo moría en un sospechoso accidente aéreo
el 4 de junio de 1969, a sólo ocho meses de la masacre perpetrada
en Tlatelolco, Elena Garro comprendió que su destino estaba trazado
y que tarde o temprano tendría un fin similar al de Madrazo, el
político tabasqueño con quien había enfrentado los
grandes intereses de la oligarquía mexicana. Este libro, El asesinato
de Elena Garro: Periodismo a través de una perspectiva biográfica,
se propone descifrar las maquinaciones que armaron desde Octavio Paz,
a través de la institución del matrimonio, hasta las llamadas
fuerzas totalitarias gobiernistas, para asesinar, de otra manera, la voz
contestataria de uno de los intelectuales más brillantes y valientes
del siglo XX mexicano: Elena Garro.
En este estudio el concepto de muerte o asesinato detenta varias acepciones.
En 1938, en su papel de marido dominante y ególatra, Paz obstaculizó
la creatividad y los estudios universitarios de su joven esposa; más
tarde, a raíz de su activismo y por haber ventilado en la prensa
las lacras y los crímenes de los gobiernos posrevolucionarios,
Garro padeció el sentimiento de muerte o aniquilamiento en diferentes
formas y matices: la destrucción de su carrera, la intimidación
y el rechazo manipulados por la opinión pública, físicamente
sintió su mortalidad en 1968, y en los últimos treinta años
de su existencia sólo conoció un hambre feroz y una soledad
mortífera.
Elena Garro consignó, en más de una ocasión, la manera
en que los vencedores se dieron a la tarea de abolir su lucha y su persona.
En uno de sus relatos aparece esta aseveración contundente: “¡Debo
olvidar!... ¡debo olvidar que alguna vez existí!... porque
en realidad no existí nunca...” (Elena Garro, “Debo
olvidar”, Andamos huyendo Lola, p. 200). Ante esta dimensión
aterradora, Elena tuvo que pelear en contra de su asesinato, el cual se
prolonga hasta hoy en día ya que el statu quo insiste en ignorar
-otro modo de asesinar- su talento, sus aportaciones periodísticas
y literarias, así como su esperanza de alcanzar un mundo libre
y justo para todos, incluso para sus gatos.
Este libro se une a la perseverancia de Elena Garro y combate el asesinato
y el olvido impuestos por “las cabezas bien pensantes” (frase
que da título a uno de sus relatos de la colección Andamos
huyendo Lola), con el firme propósito de reivindicar su figura
y su contienda. Para llevar a cabo dicho proceso fue indispensable rescatar
y decodificar por primera vez sus artículos periodísticos.
El lector asistirá al diálogo intertextual que persistió
entre vivencia y ficción en el universo garriano, ya que para la
activista “la novela fue vida” (de acuerdo con Ortega y Gasset),
de ahí que su literatura haya surgido, en gran medida, como una
respuesta a la realidad que denunciaba en calidad de reportera. Por eso,
aunque este volumen se enfoque en su material periodístico, no
pudo prescindir de su creación literaria, ni de los registros íntimos.
Garro siempre escrituró en la prensa, como en su producción
artística y privada, sus preocupaciones en torno a la mujer, su
lucha social, sus desventuras, en fin, su eterna rebeldía en contra
de las injusticias.
A pesar de la leyenda negra y el ostracismo decretados por las fuerzas
que aún insisten en aniquilarla, este libro marcha a contracorriente:
rescata su palabra y celebra su beligerancia.
Mujer
polifacética, siempre proscrita
La
versatilidad de Elena Garro quedó plasmada tanto en su actividad
periodística, como en su producción dramática y literaria.
En el teatro se acercó al drama histórico, la farsa y la
tragedia; en el campo de la literatura escribió cuento, novela
y poesía. En el ámbito del periodismo abordó la problemática
de género, habló de política nacional e internacional,
hizo una radiografía de la cultura y del campo mexicanos y diseccionó
los lastres del racismo; es decir, no se dedicó únicamente
a hacer periodismo cultural, sino que su preocupación por la condición
de la mujer, las dictaduras en América Latina, su activismo en
el campo mexicano y su alianza con Javier Rojo Gómez y Carlos A.
Madrazo, la condujeron al reportaje social y al periodismo político.
En este contexto, El asesinato de Elena Garro intenta comprobar que el
estado natural de la reportera y escritora fue vivir en el exilio, un
ostracismo que adquirió diversas manifestaciones a lo largo de
su existencia por ser mujer en una sociedad patriarcal, y por su posición
audaz, ostensible desde sus primeros artículos periodísticos.
Por lo tanto, el complot de 1968 organizado por los poderosos con el fin
de silenciar o asesinar su pluma, forma parte de un continuum que se inició
con el matrimonio en 1937, y concluyó con el último eslabón
de la cadena, el terror de Tlatelolco, para apagar de una vez por todas
su palabra incendiaria.
Periodismo
de investigación y vanguardia
Elena
Garro abordó su quehacer periodístico y literario como una
verdadera scholar. Cada uno de sus artículos está realizado
con el rigor de la investigación. Con una mirada sagaz, punzante
y humorística dejó testimonio de los acontecimientos más
importantes de su tiempo. Nada escapa a su visión crítica
y contestataria. Sin reticencias o miramientos expresó lo que tenía
que decir sobre opresión femenina, teatro, literatura, cine, política,
racismo, injusticias sociales, corrupción, autoritarismo, etcétera.
Es decir, Elena se inició en el periodismo en los años cuarenta
con el compromiso de los pensadores responsables que investigan y entrevistan
antes de informar; sabía que únicamente bajo estas premisas
se logran los espacios creativos para aplicar el rigor de la mirada objetiva
y crítica. En su papel de reportera buscó e investigó
la noticia en el reformatorio de mujeres, los archivos, los ejidos, las
comisarías, las oficinas de la Confederación Nacional Campesina
(CNC), las cárceles, los pueblos, en las conversaciones clandestinas
con los guerrilleros o líderes de los movimientos sociales, así
como en los mítines estudiantiles. Desde su primera entrevista
de 1941 con Lolita González de Reachi, hasta el último artículo
que publicó en 1993, Elena examinó y diseccionó los
males cancerosos que devoran y minan la vida cultural, política
y social mexicana, hispanoamericana y mundial, siempre con la precisión
de una cirujana brillante, experta, poseedora de una formación
clásica y cosmopolita.
Elena Garro fue por antonomasia una intelectual vanguardista. Disciplina
que abordaba, disciplina que revolucionaba. Y su trabajo en la prensa,
el primer campo en el que se desempeñó, no sería
una excepción. Su periodismo de combate iba a la vanguardia, como
había sido el de Ricardo Flores Magón, personaje a quien
tanto admiró. Primero por su línea de fuego; segundo porque
Elena defendió y luchó por la libertad de expresión
cuando el Estado Mexicano controlaba y dirigía el rumbo de la prensa,
la radio y la televisión, esto es, Garro ejerció su derecho
a expresar lo que pensaba durante el ciclo dictatorial de los gobiernos
priístas posrevolucionarios, incrustados en la paranoia de la Guerra
Fría. Lo anterior lo confirma la siguiente aseveración de
Elena Poniatowska: “En 1953 había tres tabúes [en
el periodismo mexicano]: La Virgen de Guadalupe, el Presidente y su familia
y el Ejército. En el periódico te decían: tú
no puedes hablar de esos temas” (Armando G. Tejeda, “Priva
el descontento por Fox, sostiene Poniatowska”, La Jornada Virtual,
29 de agosto de 2003). Raúl Álvarez Garín, miembro
del Consejo Nacional de Huelga en 1968, también reconoció
que en aquella época “los medios de comunicación padecían
el control gubernamental” (MSI, “Entre el servilismo de los
medios”, Proceso, núm. 1144, p. 13).
Estos testimonios nos ayudan a confirmar que efectivamente Elena Garro
revolucionó el periodismo en México, ya que analizó
el sistema político, económico, social y cultural sin concesiones.
Este atrevimiento le costó vivir en el ostracismo los últimos
treinta años de su vida (1968-1998). Por todo lo anterior, la historia
de la prensa mexicana no puede, ni debe, prescindir de su legado. Cuando
Susan Sontag exclamó en los albores del nuevo milenio: “Me
interesan más los derrotados que los vencedores” (Sanjuana
Martínez, “Sontag: ‘Bush, de los presidentes más
imbéciles’”, Proceso, núm. 1370, p. 72), resulta
imprescindible evocar a Elena Garro para quien: “La memoria de los
vencidos es peligrosa para los vencedores” (Elena Garro, “Debo
olvidar”, op. cit., p. 199), porque sigue encarnando hoy en día
la palabra testimonial de los oprimidos, esa voz incisiva que no se amedranta
porque no pacta con el poder.
El rescate
Poco
se sabía sobre la actividad periodística de Elena Garro.
Sólo algunas referencias hechas por la escritora en entrevistas
que concedió a lo largo de su vida. Sin embargo, durante mis conversaciones
con Elena en el marco de los preparativos de su biografía (1997-1998),
la autora consideró que su carrera periodística formaba
parte fundamental de su vida intelectual, y por lo tanto, de su biografía.
Como su quehacer en diarios y revistas no sólo es diverso sino
prolífico, Elena Garro me pidió que rescatara su periodismo
en un volumen por separado, una vez concluida la biografía construida
con el material inédito. De esa manera se podría explorar
su trabajo periodístico con profundidad, y complementar lo mejor
posible el estudio de su vida y obra.
Elena Garro era una conversadora deslumbrante. Hablar de los campesinos
la reanimaba, pero también la entristecía: “Tantos
años de lucha para nada”, me dijo en aquel entonces. Sin
embargo, se dejó llevar por los recuerdos y reconstruyó
con pasión su labor como periodista. Habló de las entrevistas
que sostenía con los campesinos para obtener datos precisos sobre
los hechos que denunciaban, sus visitas a los archivos, a las comisarías,
a las oficinas de la Confederación Nacional Campesina, al Departamento
Agrario, siempre investigando y recabando la información necesaria
antes de escribir sus artículos.
Me comentó que recuperar todo lo que había escrito “llevaría
mucho tiempo”, porque las revistas y periódicos donde colaboró
por tres décadas (los años cuarenta, cincuenta y sesenta)
ya no circulaban, los artículos “estarían deteriorados
por el paso del tiempo”, o, a lo mejor “ya ni quedaba rastro
de ellos”. Tampoco sabía si las hemerotecas de México
los guardaba en microfilme. Ella no conservaba -por mencionar un caso-
ni un ejemplar de los artículos publicados en Presente! La periodista
no se equivocó. Efectivamente, la búsqueda de este material
resultó odiseica. Sin embargo, la batalla fue fructífera
y se recuperó un alto porcentaje de sus entrevistas, artículos,
reseñas, reportajes y memorias.
Cuando Patricia Zama rescató la serie “Los caudillos”
de Elena Garro, publicada en la revista Por qué? (febrero-mayo
de 1968), Zama reivindicó y reactivó la trascendencia de
la carrera periodística de la escritora, olvidada por décadas
a raíz de los acontecimientos del 2 de octubre de 1968. Elena tituló
estos retratos Revolucionarios mexicanos (Seix Barral, 1997). Con Revolucionarios
mexicanos y ahora El asesinato de Elena Garro el lector tendrá
la oportunidad de descubrir que la calidad del trabajo de Elena como periodista
es de igual relevancia que su desempeño como uno de los dramaturgos,
novelistas, cuentistas y poetas más importantes del siglo XX.
La organización
Las
entrevistas, reportajes, reseñas y artículos de opinión
que Elena escribió de 1941 a 1968 se publicaron en diversas revistas
y periódicos de México. Después de la masacre de
Tlatelolco su pluma ya no apareció en la prensa mexicana para sancionar
la corrupción y las injusticias. Ante la represión gubernamental
y el repudio del medio intelectual, Elena Garro decidió huir de
México. En los años setenta, recluida en Madrid, se dedicó
a escribir sus memorias sobre la Guerra Civil española en periódicos
y revistas de la península ibérica; por último, ya
hacia el final de su azarosa existencia, reinstalada en México,
después de veinte años de un exilio forzoso, escrituró
en 1993 el México de su juventud, el país que en los años
treinta se dividió entre el nacionalismo y la visión cosmopolita.
¿Cómo fue posible encontrar y llegar a este material? En
1997 Elena Garro me indicó la mayoría de los periódicos
y revistas en donde había trabajado, desde los años cuarenta
hasta su última publicación en la década de los noventa.
La escritora me propuso que se incluyeran las notas sobre Sólo
de noche vienes, no sólo porque es un capítulo de su vida
que se ventiló en la prensa, sino porque es un estudio espeluznante
de los tejemanejes de la vida cultural mexicana que ella vivió.
En este contexto también se reproduce el fragmento de su diario
“Mis gatos, mi perrita” (Proceso, agosto de 2004), ya que
aporta nueva información y complementa dicho tema desde la perspectiva
intimista.
El asesinato de Elena Garro divide su carrera periodística por
décadas para facilitar la organización y lectura de este
material multifacético. Cada periodo de la vida de Elena se inicia
con un marco biográfico y hemero-bibliográfico. En estas
secciones introductorias se enmarca su quehacer como periodista, el pensamiento
político, cultural y social de la escritora, y se decodifican los
signos subterráneos del cómo y por qué las fuerzas
en el poder asesinaron o desactivaron a Elena Garro.
En estos apartados introductorios también se busca establecer un
puente entre el pasado y el presente. Acercarse a los artículos
de Elena desprendidos del pasado y sin contextualizarlos en los albores
del nuevo milenio, sería catalogarlos como material de un pasado
inerte, cuyo único destino consistiría en enriquecer el
archivo histórico. Todos los problemas diseccionados por la escritora
lejos de haberse resuelto se han agudizado. Por un lado, la desigualdad
de género alcanza el terror con las muertas de Ciudad Juárez,
y por otro, al entrar en vigor el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) el primero de enero de 1994, el país dio un vuelco
y se reinstaló en la época Colonial. El abuso de poder,
el racismo, los desplazamientos en el campo, el latifundismo, la corrupción
a todos los niveles, la pobreza, el hambre, el desempleo, la exclusión
y las masacres en las comunidades indígenas, se han incrementado
por la privatización y el capitalismo salvaje neoliberal que arrasa
contra la población civil y las 56 etnias indígenas, sus
tierras comunales y sus zonas arqueológicas. En aras del neocolonialismo
todo se compra, por las buenas o por las malas. Las injusticias denunciadas
por la pluma de Elena Garro hace más de medio siglo, no sólo
siguen detenidas en el tiempo de los recuerdos del porvenir, sino que
al arrancar el siglo XXI alcanzan momentos climáticos.
Precisamente porque su lucha representa la misma rebeldía y resistencia
de las organizaciones sociales surgidas en los albores del nuevo milenio,
el rescate de sus colaboraciones periodísticas cumple varias funciones.
Primero, valorarlas como parte fundamental del archivo (memorial) histórico
de México; segundo, utilizar la información del pasado para
analizar y comprender nuestro presente; y tercero para inferir por qué
Elena Garro continúa siendo una escritora vedada. Hoy, en pleno
siglo XXI, su obra no se estudia con el rigor que se merece, y los medios
culturales mexicanos todavía insisten en prescindir de su nombre.
Material,
fotografías
La
colección de artículos, entrevistas, reportajes, reseñas
y memorias que el lector tiene en sus manos no hubiera podido efectuarse
sin la participación de un equipo de colaboradores ubicados en
distintos países y continentes: en varias ciudades de México,
España, Estados Unidos y Francia. Debido a la fragilidad y al deterioro
de los periódicos y revistas ante el paso implacable del tiempo,
el rescate de este material se realizó con cámaras fotográficas,
scanners, y a falta de estos recursos, a veces se copiaron a mano. La
transcripción de los artículos estuvo a mi cargo y se reprodujo
de acuerdo con los originale.
También se incluyen -como parte del rescate- algunas fotografías
que acompañaron tanto los textos periodísticos de Elena
Garro, como las imágenes aparecidas en las notas del periódico
Esto. La finalidad es salvaguardar, lo más fiel posible, estos
documentos e imágenes que forman parte del acervo histórico
y cultural de México. Para perpetuar el texto original, cada fotografía
reproducida en este libro conserva los pies de foto como aparecieron en
las entrevistas, artículos y reportajes.
Elena
Garro: noticia periodística
Hacia
finales de los años cincuenta, Elena se convirtió en noticia
periodística al darse a conocer como dramaturga. En 1957 los reporteros
la buscaron a raíz del cuarto programa de Poesía en Voz
Alta, el grupo que llevó a la escena por primera vez tres piezas
de la “esposa de Octavio Paz”, como insistentemente se refieren
a ella los periodistas. Con este acontecimiento la ex reportera de la
revista Así entraba por la puerta grande a las letras mexicanas.
La prensa y los intelectuales celebraron el talento de la nueva dramaturga.
Los periódicos y revistas difundieron un sinfín de reseñas,
notas y entrevistas, sobre las cuales cayó el manto del olvido.
Con el propósito de rescatar parte de este material, reproducimos
las colaboraciones de Luis Dam y Luis Vicent, ya que acompañaron
a Un hogar sólido publicado por primera vez en letra impresa el
3 de agosto de 1957 en la revista Mañana.
Al entrar la década de los sesenta, Elena seguía siendo
noticia periodística. Ahora los reporteros la entrevistaban por
su activismo, y por el deslumbramiento que volvió a ocasionar como
mujer de letras, esta vez ante la aparición de su novela Los recuerdos
del porvenir (1963). Estas conversaciones tampoco han sido lo suficientemente
difundidas, tal vez porque tuvieron lugar unos años antes de los
turbulentos sucesos de 1968. En este periodo los reporteros la entrevistaron
como guionista, dramaturga y en torno a su papel de novelista por el reconocimiento
oficial que recibió Los recuerdos del porvenir (Premio de Novela
Xavier Villaurrutia 1963), pero, sobre todo, como defensora de los derechos
de los indígenas porque en esa época Elena Garro encaminaba
toda entrevista o diálogo al ámbito de las injusticias cometidas
en el campo. Para Garro, como veremos más adelante, nada era más
terrenal e imprescindible que llevar a cabo la Reforma Agraria Integral.
Las entrevistas de los años sesenta guardan un simbolismo especial,
pues son las primeras que le hicieron como escritora y luchadora social.
En 1962 Elena Poniatowska visitó a Garro en París y allá
conversaron. A la entrevista de Poniatowska le siguieron la de Rafael
Ávalos Ficaci, María Luisa Mendoza, BHU, Carlos Landeros
y Roberto Páramo, entre otras. Rescatamos algunas de estas reseñas
y entrevistas con Elena Garro en los capítulos 2 y 3 con el propósito
de ampliar la información sobre su pensamiento y quehacer intelectual
en los periodos más intensos y productivos de su vida.
En
proceso
Si
bien con El asesinato de Elena Garro se rescata otra porción de
la labor periodística de la autora y se complementa la iniciada
por Patricia Zama, este libro todavía se encuentra en proceso de
ser concluido. A pesar de la búsqueda exhaustiva en múltiples
hemerotecas de México, bibliotecas españolas y de Estados
Unidos, no se pudo localizar la entrevista de Elena Garro con Pablo Neruda.
Sin embargo, el material que aquí se recoge constituye un legado
para la cultura periodística mexicana, para los estudios de género
y para la humanidad en general por el tratamiento universal que le dio
Elena a sus temas.
Resta decir que El asesinato de Elena Garro intenta descifrar las diversas
cabezas de la hidra, es decir, las múltiples formas que adquirieron
las manipulaciones de los poderosos para eliminar, no con balas o una
bomba, sino mediante un ostracismo despiadado, la palabra crítica
e irreverente de una mujer que puso en tela de juicio a la sociedad patriarcal
y el totalitarismo de los sistemas políticos modernos. El lector
iniciado descubrirá el sello garriano en cada uno de estos textos,
y el que aún no haya descubierto el mundo del general Elena, tendrá
la oportunidad de acercarse al pensamiento, la visión, las luchas
y las frustraciones de uno de los intelectuales más importantes
del siglo XX que vivió intensamente su compromiso con el tiempo
y con la historia: Elena Garro.
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1 La biografía de Elena Garro consta de
Yo sólo soy memoria, vol. 1, 1999, y Testimonios sobre Elena Garro,
vol. 2, 2002, Monterrey, México, Ediciones Castillo.
2 Los poemas de Elena Garro están inéditos.
En Testimonios sobre Elena Garro se reproducen parcialmente algunos de
ellos.
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