Entrevista: Patricia Rosas Lopátegui
“Elena Garro rompió con las estructuras tradicionales del teatro”

En su nuevo libro, la estudiosa reúne correspondencia, artículos, crónicas, estudios en torno a la controvertida escritora mexicana, quien impulsó una renovación del lenguaje.
13-Junio-08

Patricia Rosas Lopátegui es quien por más de 30 años ha estudiado la vida y la obra de Elena Garro, quien —además— ha propuesto otra forma de mirar y leer su obra, quitando las capas políticas por las que su propuesta literaria ha sido opacada.

Yo quiero que haya mundo… es un trabajo que reúne ensayos, artículos, crónicas, estudios, etc., de quienes han trabajado sobra la obra de la escritora, un acervo sobre la propuesta dramática de Garro, y que complementa El asesinato de Elena Garro, también de Rosas Lopátegui, en el que reunió su obra periodística.

“Me puse a armar el libro entre julio y septiembre de 2007. Mientras recopilaba el material, también escribía una crónica del teatro de Elena Garro; tenía bien delineado que el libro llevaría una semblanza de ella más una crónica de su teatro, puesto que el enfoque era homenajear a Elena en el aniversario de su dramaturgia, que se da a conocer como tal el 19 de julio de 1957.

“La crónica revisa toda la relación de Elena con el teatro, desde su infancia hasta la publicación de su obra póstuma: Sócrates y los gatos. Tres crónicas se habían escrito, recuerdo, de ella en el 57: la de Juan García Ponce, publicada en la revista de la Universidad; la de Margarita Michelena y otra anónima en la revista Siempre! Decidí incluir íntegros dichos textos porque me parecían maravillosos, y revisé la relación de Elena con el teatro desde su infancia, porque en muchas entrevistas dijo que su amor hacia el teatro nació desde temprana edad. Además, el libro cuenta con dos cartas inéditas de Elena a Hugo Galarza y a Eugenio Cobo”.

Cuál es el lugar del teatro ante los géneros que Garro exploró.

Su teatro es tan importante como su narrativa. No quise cerrarme a trabajos críticos que abordaran su dramaturgia, sino abrirlo a todos los géneros que ella abordó y así tener un universo más completo sobre su obra. En cuanto a la poesía, está por salir el libro, su poemario. La poesía que se conoce hasta este momento es la que yo recopilé en Testimonios sobre Elena Garro.

¿Qué papel ocupa Elena Garro en la literatura mexicana?

Ella, para mí, es la escritora más importante del siglo XX mexicano. No quiere decir que no haya otras escritoras y escritores de gran relevancia, porque debo aclarar que para mí Elena es el escritor, así, en masculino, ante el sexismo que priva en nuestra lengua. Elena es quien revoluciona y trae realmente una innovación a nuestras letras.

En la dramaturgia es quien rompe con el teatro costumbrista, con el teatro naturalista que se venía dando en México. Ella trae innovadoras construcciones y rompe, digamos, con los espacios tradicionales, con el teatro aristotélico.

Cómo llegas a esa conclusión

Además de sus innovaciones en el teatro, Elena trae el realismo mágico a la literatura. No sólo usa la construcción y las técnicas narrativas dentro de la composición escénica, la que trae nuevas estructuras, Garro es también una escritora que va a tener una visión crítica y desmitificadora de México. Elena se convertía en una renovadora de las palabras: el artífice que recreaba las imágenes anticuadas.

La apuesta de Garro era no desechar las frases gastadas sino abordarlas como el juego infinito de un caleidoscopio para inyectarles nueva significación; es decir, hay toda una renovación en el lenguaje. En su poesía, el lenguaje es original: nadie escribe como ella. En el caso del realismo mágico, hay algo muy importante que quiero anotar: en el campo de la narrativa Garro también rompe con los parámetros de la literatura realista e introduce el llamado realismo mágico. No es García Márquez con Cien años de soledad (1967) como se repite en el canon de las letras. Esta novela es posterior a Los recuerdos del porvenir (1963), cuya historia fue escrita en los cincuenta.

Sin embargo, ella siempre rechazó esta clasificación del mundo académico, el llamado realismo mágico, porque para Elena la realidad mágica en Los recuerdos… no es sino la representación de lo que vio, escuchó y experimentó desde niña: la representación del pensamiento mágico y milenario de la cosmovisión indígena.

El estilo de Garro, matizado como la más excelsa expresión poética, es uno de los sellos distintivos en su producción, tanto literaria como dramática. Su lenguaje simbólico es el vehículo por medio del cual propone una dimensión más humana y justa, donde tengan cabida la ilusión, la generosidad, el amor, la libertad. Elena crea otros mundos, otras realidades; ella siempre dijo que la realidad cotidiana no es la única realidad que existe, existen otras realidades, que es lo que ella plantea a través de su lenguaje o a través de la ruptura de este mundo costumbrista, naturalista, tradicional, que es, en gran medida, lo que la hace original en la literatura.


Elena fue un personaje “incómodo” para el gobierno y las élites culturales, y estuvo a la sombra de Paz.

Claro, totalmente a la sombra. Pero Garro se movió, obviamente, dentro de este círculo de intelectuales aunque Octavio Paz no la dejaba escribir, es decir, no le permitía desarrollar su talento como escritora. Cuando ellos regresan de Europa a México, en 1953, Elena trae una gran inquietud por hacer algo en el teatro, pero no había cabida para ella como escritora, ni actriz, ni como escenógrafa… porque Paz simplemente no se lo permitía. Cuando Elena conoce a los amigos de Paz —los que conformaron Poesía en Voz Alta— ellos ya sabían de su talento, ¡cómo no se iban a dar cuenta!, y muchos le decían que tenía que escribir, que por qué no escribía, que tenía un talento que lo expresaba por los poros de su piel.

Creo que todo este grupo presionaba a Octavio para que él le diera cabida a Elena. Finalmente Paz, ante tal presión, accede a que en el cuarto programa de Poesía en Voz Alta se publiquen algunas obras.

Felipe Ángeles fue una de las obras más controvertidas de Garro, e incluso intelectuales de los cincuenta, como Fuentes, la rechazaron.

Garro —como declaró su hija Helena Paz— se quería dar a conocer con Felipe Ángeles, no con las tres farsas de Poesía en Voz Alta. Felipe Ángeles causaba mucha controversia en ese momento, donde no había ni la más mínima libertad de expresión. Por esa obra se ganó la enemistad con este grupo de intelectuales. Era la escritora antioficial. Para que una obra, desde mi punto de vista, trascienda todos los tiempos y se convierta en un clásico, tiene que ser una obra crítica y desmitificadora, y Elena se dedicó a criticar, a ser la voz contestataria, a no unirse al erario para recibir prebendas de la cultura oficial.


Elena, informante del gobierno de Díaz Ordaz…

Claro, por eso incluí el texto “Elena Garro y la farsa del IFAI”, porque volvemos otra vez a la figura de Elena que sigue bajo esa “leyenda negra” que no solamente el gobierno se encarga de seguir reproduciendo, también los intelectuales, los que forman parte de esa cultura oficial, para desprestigiarla, cuando, en realidad, si tú revisas esos archivos que ha desclasificado el IFAI, te das cuenta de que Elena era la espiada, no al revés, ésa es una absoluta mentira. ¿Cómo pudo haber sido ella espía del gobierno cuando se dedicó desde los años cuarenta a criticar el autoritarismo del PRI y la falta de libertad de expresión y de justicia social? Garro es un Emiliano Zapata en los años cincuenta. Se dedica a defender a los campesinos y a atacar a los intelectuales, esos que ella llamaba “izquierdistas de café” porque se sentaban en un café a defender a los indígenas contra los atropellos que sufrían, entre otras cosas, pero ella lo declaraba en la prensa, que en esa época no tenía libertad de expresión.

¿Cómo liberar a Elena, la escritora, del personaje político?

Leyendo su obra. El problema es que en México la gente no la lee. La mayoría del público se dedica a repetir lo que dicen ahora los “hijos” de Paz; siguen desprestigiándola. ¿Cómo entender el activismo político y social de Garro? Hay que leer sus artículos, lo que escribió en los cincuenta y sesenta. Ir a la fuente original: qué escribió ella, qué dijo, a quién criticó o cuestionaba, cuál era su papel en aquel momento junto a Carlos Madrazo. Ellos fueron los chivos expiatorios de la masacre del 2 de octubre; el gobierno se lavó las manos acusándolos de ser los que estaban organizando un complot para derrocar a Gustavo Díaz Ordaz, cuando en realidad eso fue una absoluta mentira. Elena lo que quería era justicia social para el campo mexicano y democracia en México.

Hoy en día Elena Garro sigue tras la sombra de Octavio Paz…

Yo, a pesar de que tengo, imagínate, desde el 76 trabajando a Elena Garro, más de 30 años, creo que apenas se comienza a reconstruir su figura y todo lo que gira alrededor de ella. Viene en agosto el décimo aniversario de su muerte; hay que ver cómo reaccionan los intelectuales…

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Yo quiero que haya mundo… Elena Garro 50 años de dramaturga (Porrúa) se presentará el próximo 22 de junio en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes a las 12:00 horas, donde también habrá una escenificación de La señora en su balcón, dirigida por Alejandro Aguirre; y, como parte de la presentación del libro, se montará en el foro del Taller de Teatro de la Biblioteca México “José Vasconcelos”, a las 18:00 horas, Los perros, bajo la dirección de Sandra Félix.


Alicia Quiñones
Foto: Archivo/ Patricia Rosas Lopátegui

http://www.milenio.com/suplementos/laberinto/nota.asp?id=632870